Aniversario 112° de EL ARGENTINO: cuando la experiencia del diálogo genera la cultura del encuentro
Hoy EL ARGENTINO celebra 112 años de vida periodística. Pocas empresas a nivel local, provincial y regional pueden exhibir una continuidad de esta naturaleza, a pesar de los cambios –muchas veces drásticos, casi siempre con consecuencias- de la economía como de la tecnología que ha obligado a constantes estrategia de supervivencia sin lesionar los valores fundacionales que le dieron vida.
La defensa del interés general, el lema de esta casa, sigue siendo tan pertinente como vigente y es un estímulo para el ejercicio del periodismo y para establecer una comunicación que –necesariamente- nunca es unilateral con la comunidad.
Como bien lo señala el abogado y escritor Julio Majul en estas mismas páginas al referirse a este aniversario de EL ARGENTINO: “Ha sobrevivido a distintas conducciones, distintos propietarios, manteniendo su gualeguaychuidad, como le gustaba decir al padre Jeannot, intacta”.
El diario comenzó su primer registro histórico con la iniciativa impulsada por Nicolás Montana. Luego le siguió la conducción y filosofía del triunvirato constituido por Pedro Ramón Bachini, Agustín Courtet y Juan Etchevarne.
Los naturales recambios generacionales les dieron continuidad a aquellas huellas y al mismo tiempo asumieron desafíos propios de la época como fueron las conducciones de Néstor Cardoso Bachini, María Teresa Pérez Etchevarne de Suilar, Amalia Romanin y de Elsa Courtet
Todos ellos fueron con sus estilos y sus visiones, los hacedores; los que marcaron huellas, los que construyeron el legado, los que impulsaron un espacio plural, de permanente debate, de circulación de las ideas y, fundamentalmente, el de ejercer el derecho al acceso a la información; que a su vez es un derecho que permite ejercer otros derechos; como el de elegir libremente.
Para la actual conducción de EL ARGENTINO, son más que oportunas las enseñanzas que dejaron Néstor Cardoso Bachini y Elsa Courtet.
Néstor Cardoso Bachini compartió su razón y su corazón cuando expresó: “Tenemos la certeza de que EL ARGENTINO nos ha de sobrevivir, como sobrevivió a aquel Quijote que fue Nicolás Montana. Su legado nos sigue comprometiendo con la verdad y la dignidad. Porque EL ARGENTINO está identificado con Gualeguaychú y, seguramente, de aquí han de salir los nuevos portadores de la antorcha. Porque EL ARGENTINO es Gualeguaychú y, al igual que Gualeguaychú, seguirá creciendo”.
Del mismo modo, Elsa Courtet también dejó –como un legado innegociable- ese mismo espíritu al sostener en oportunidad de celebrar el centenario: “EL ARGENTINO es un equipo de trabajo, desde la directora hasta el último canillita. En nombre de ese equipo les damos la bienvenida y les agradecemos que se hayan acercado a celebrar cien años de diaria relación. En fechas como estas surge naturalmente el recuerdo de quienes nos legaron la misión de continuar con esta empresa, de quienes aportaron sus talentos y esfuerzos. Y también nos invitan a pensar en el lector de mañana. Por eso estos cien años pertenecen a la comunidad, porque EL ARGENTINO es Gualeguaychú”.
Testigo y guardiana de la memoria
En estos 112 años de vida está claro el compromiso no sólo con la defensa del interés general, sino con el de generar –todos los días- un archivo de la historia y la memoria de la comunidad y de la región. EL ARGENTINO es testigo y guardián de esa memoria.
En nuestras páginas están registrados los hechos que han dado trascendencia a la ciudad y a la región. Pero también está registrado algo más que esa trascendencia: su proceso. Porque nuestras páginas son espacios de debate, de permanente diálogo entre las ideas. Nuestros archivos son testigos que EL ARGENTINO ha derrotado al olvido.
Como en toda celebración, hay mucho para agradecer: a la comunidad de lectores, al acompañamiento de los anunciantes, a los proveedores, a los empleados, y a todos que contribuyen que EL ARGENTINO sea no solo el diario de confianza, sino que fundamentalmente esté siempre al alcance de todo lector.
En el ejercicio del periodismo las fuentes son esenciales. Para los historiadores, EL ARGENTINO es fuente de consulta. Con nuestros archivos –que son acunados diario a diario-, nos hemos convertido en guardianes de la memoria de Gualeguaychú.
La vigencia
La vigencia de EL ARGENTINO en gran parte se debe a que nunca claudicó de su lema fundacional: “La defensa de los intereses generales”.
La pluralidad de opiniones, la circulación de las ideas, el debate permanente, ha sido y es la constante en este ejercicio. El derecho a la información no se negocia. Se trata de un derecho por sí mismo y de un derecho que articula otros derechos como el de elegir, el de expresarse, el de pensar.
Y cuando en una casa centenaria como la nuestra se habla del acceso a la información no es únicamente garantizar la pluralidad de contenidos y de voces, sino también en favorecer el acceso a los archivos. Bien se dice que esa memoria colectiva tiene -como savia- la tinta de EL ARGENTINO. Cada una de nuestras páginas son de hecho y de derecho parte del patrimonio histórico de la comunidad.
Ese espíritu es también nuestra razón. Y lo es desde su día fundacional el 6 de febrero de 1911, cuando Gualeguaychú era un pueblo grande con 18 mil habitantes; y lo sigue siendo en la actualidad, cuando Gualeguaychú tiene rango de ciudad con más de 100 mil habitantes.
El vínculo de EL ARGENTINO con el desarrollo de la ciudad siempre ha fortalecido la creación de oportunidades. Lo fue con las luchas agrarias, con la creación del primer frigorífico nacional y con una de las primeras mutuales del país, pero también con el auge del comercio, con la necesidad de gozar siempre de oportunidades educativas sin exclusión y en todos los niveles, con la industria, con la cultura, afianzando la integración territorial y regional y proponiendo un diálogo elogioso entre la actividad antrópica y el ambiente.
La degradación ambiental –especialmente desde las últimas cinco décadas- que se hace en nombre del progreso, ha sido una constante y nuestras páginas siempre estuvieron acompañando el clamor de una comunidad que aspira a una vida sana y a un ambiente sano. No es desarrollo versus ambiente; sino desarrollo y ambiente. La biodiversidad y el ejercicio de lo sustentable es el mundo posible para un mejor mañana. El ser una referencia en el registro de las problemáticas ambientales también han hecho de EL ARGENTINO una fuente de consulta permanente a nivel regional y por eso mismo es patrimonio de todos los gualeguaychuenses. He ahí el respeto al legado y al mismo tiempo los desafíos de la vigencia.
Adecuarse siendo lo mismo
Quien recorra las páginas de EL ARGENTINO, comprenderá que esta empresa no sólo ha registrado los cambios que se han sucedido en la sociedad y en el mundo, sino también ha tenido que asumir, casi siempre en desventaja, las adecuaciones para que la continuidad sea parte de nuestros días.
En los archivos de EL ARGENTINO está registrado cómo han desaparecido países y Estados, y cómo han nacido otros como consecuencia de hirientes realidades que incluyeron dos Guerras Mundiales y un incontable conflicto bélico de distinta intensidad o magnitud, pero que siempre han enlutado la condición humana. Evidentemente, el planisferio no es el mismo en estos 112 años.
Pero los cambios son de todo orden. La calidad de vida tiene otras aspiraciones que hace varias décadas atrás; los sistemas educativos también se han modificado, expandiendo niveles y competencias; la ciencia y la tecnología ha tenido un incesante avance permitiendo ampliar las fronteras de las aspiraciones humanas.
Los cambios en las comunicaciones también han sido notables, incesantes, de permanentes desafíos, inagotables.
Desde Johannes Gutenberg con su imprenta, nunca la humanidad ha tenido tantas oportunidades y tecnología para comunicarse y transmitir sus ideas. Sin embargo, nunca como antes en la historia la desconfianza es lo que prevalece en los sistemas de comunicación e información. Es evidente que cultural y socialmente –en términos de sociedad e incluso de civilización- hay que hacer replanteos, autocríticas y recuperar las huellas fundacionales que permitan establecer nuevamente la confianza. Y la confianza es un valor que hoy conforma uno de los mayores capitales que puede exhibir EL ARGENTINO.
Abrazar la modernidad, no escatimar esfuerzos en la actualización y hacerlo sin renunciar a los orígenes, es un sello de esta casa periodística; que redunda en su independencia frente a todo interés político, económico y sectorial y consagra el interés general.
Por eso, para EL ARGENTINO no es solo conocer y acceder a esos prodigios tecnológicos (importantes, casi imprescindibles en esta época), sino nunca perder la capacidad de reflexionar, de pensar y de narrar.
El espíritu de independencia que caracteriza a EL ARGENTINO, tiene su correlato en la prudencia, reflexión y serenidad, cualidades indispensables para celebrar 112 años de vida plena: en estos 112 años, EL ARGENTINO jamás tuvo una condena por calumnias o injurias. Eso nos distingue, porque nunca se deja de informar ni de opinar.
Es cierto, el mundo se proyecta de manera multidireccional y está al alcance de la mano gracias a la tecnología cada vez más accesible y asequible; la inmediatez puede atender contra la reflexión, del mismo modo que la intolerancia alimenta el autoritarismo.
Ahondar en la convivencia democrática, consolidar la paz social, estimular el respeto recíproco, alentar el debate permanente y la circulación del pensamiento y la palabra es la constante del quehacer diario.
Diálogo y encuentro
Hoy esta casa celebra su aniversario número 112. Se trata de un aniversario donde se afianza la vigencia.
Es un tiempo de expresar la gratitud hacia la comunidad, porque nadie crece y se desarrolla solo. Es un tiempo para expresar la renovación del compromiso con el interés general, un valor indispensable para nuestras páginas. Es un tiempo de esperanzas, porque en este año la democracia celebra 40 años y eso también refleja la consolidación del interés general.
Del mismo modo que en nuestros archivos están registrados los hechos que han permitido elevar la calidad de la condición humana, también están registrados aquellos hechos que han erosionado esa condición y que se han sucedido en la historia de la humanidad. Como es el hacer diario: nada se ha callado. Por eso, aprender del registro histórico –aprender del archivo- es una oportunidad de esperanza, justamente para validar el concepto de que la memoria es maestra de vida.
Si se admite que se vive inmersos en una sociedad cada vez más globalizada, también se deberá aceptar que la realidad es cada vez más compleja. La originalidad no hay que reconocerla por la extravagancia o la rareza, sino por tributar al origen, a la fuente, justamente para continuar avanzando.
En nuestras páginas están registrados todos esos cambios locales y globales. Pero hay algo más: también se ha registrado los anhelos colectivos y al estar registrados en nuestras páginas no están olvidados. Por eso el archivo de EL ARGNTINO es un buen espejo donde mirarse, pero también es un faro oportuno para alumbrar el camino y continuar avanzando.
EL ARGENTINO hoy es un mandato generacional que es de Gualeguaychú. En nuestras páginas se vive el diálogo entre las distintas generaciones. Es un espacio de encuentro.
Ser plurales para la igualdad
En oportunidad de celebrar los 110 años, se destacó que “el debate permanente, el intercambio de ideas, la circulación del pensamiento y la palabra fueron, son y seguirán siendo una constante en nuestras páginas. Saber que el disenso es tan necesario como saludable para hacer de la pluralidad y la diversidad una oportunidad para la igualdad”.
La circulación de las ideas derrota a la intolerancia, que siempre está atenta para abrazarse a la cultura autoritaria. Y se agregó: “Por eso las páginas de EL ARGENTINO hoy son fuentes de historiadores y de quienes quieren aprender del pasado en común. Por eso, además de un medio periodístico, EL ARGENTINO es considerado un formidable vehículo de cultura”.
Ser plurales y diversos para la igualdad. Y comprender que el diálogo de las ideas alienta la cultura del encuentro. He ahí la vigencia, pero también la esperanza y la propuesta de EL ARGENTINO para la defensa del interés general.