UNA MUJER EN MEDIO DE LA GUERRA
Alicia Reynoso: las manos gualeguaychuenses que curaron a los soldados de las Malvinas
Con apenas 25 años, Alicia tuvo la enorme responsabilidad de ser la Jefa de Enfermería en el Conflicto del Atlántico Sur. Es una de las pocas mujeres Veteranas de Malvinas, reconocida por la Justicia argentina. “Fuimos madres, hermanas y las manos que curaban en medio del dolor”, contó a EL ARGENTINO.
Por Mónica Farabello
Alicia Reynoso es de Gualeguaychú, y cuando era una jovencita ingresó a la Fuerza Aérea. Fue en el año 1980 cuando se convirtió en personal militar, siendo una de las primeras mujeres militares que había en el país.
En 1982 la guerra nos sorprendió a todos, inclusive a quienes formaban parte de las fuerzas armadas. Alicia conversó con EL ARGENTINO y rememoró todo lo vivido en el conflicto, el período de desmalvinización y la lucha por levantar la bandera de las mujeres y ser reconocida como Veterana de la Guerra.
¿Cómo recordas tu trabajo en el Conflicto del Atlántico Sur?
Yo era muy joven y era la Jefa de Enfermería del Hospital Aeronáutico Central. Llegamos a Comodoro Rivadavia y nos enteramos que el hospital quedaba ahí como un hospital de referencia. Nosotros fuimos en avión, con el hospital que son 11 módulos.
Cuando compraron ese hospital vino personal de Estados Unidos a darnos la introducción de cómo se armaba, se desarmaba y se ponía en marcha. Yo era la instrumentadora, aparte de enfermera; estábamos todo el tiempo preparando material.
El 1 de mayo, a las 4.40 de la mañana se iniciaron los bombardeos, y al poco tiempo empezaron a llegar los heridos. A veces venían muy doloridos, con algún tratamiento iniciado, otros no. Habíamos implementado un showroom, que era un hangar de YPF.
¿Con qué equipo contabas? ¿Cuántas personas, mujeres, hombres, trabajaban en el área de salud?
El hospital cuenta con una dotación de 56, 60 personas. En realidad, es un hospital que tiene todos los servicios: unidad coronaria, terapia, un quirófano donde se pueden realizar dos cirugías simultáneas, una planta potabilizadora de agua, un grupo electrógeno grande para dar la electricidad que el hospital requiere. Así que teníamos todos los medios, y no solamente nosotros. También la gente del hospital de Malvinas también lo tenía, porque nos encargábamos de que no le falte absolutamente nada.
Allá éramos las mujeres de verde; éramos personal militar, pero con una mirada diferente, con unas palabras diferentes.
Fuimos un poco madres, un poco hermanas. En ese momento no había carteros, no había celulares, y tampoco nosotros podíamos avisar a nuestra familia. Así que, fueron momentos muy difíciles, pero luego afrontamos con entereza, con templanza, porque así debía ser.
Estos jóvenes valientes de 18 años debían encontrar una fortaleza que por ahí tampoco la teníamos nosotros, porque éramos muy jovencitos. Yo tenía una compañera que tenía 21 años cuando fue ahí, pero sin embargo hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, y más, porque conteníamos a los heridos y también a nuestros compañeros, porque todos necesitábamos una contención.
El que dice que no tuvo miedo, miente, porque todos, todos atravesábamos la incertidumbre de la vida y la muerte, el antes y el después. Entonces, ahí estábamos nosotros conteniendo desde la palabra, desde la presencia.
¿Fue una tarea reconocida política y socialmente?
No. Al contrario, fue una tarea genuina, pero una tarea que casi, casi la borran de la historia. Tuvieron que pasar más de treinta y pico de años, casi treinta y dos, treinta y tres años, para que eso pase. Un día, yo estaba dentro de la fuerza, porque todas seguimos trabajando en la fuerza y dije: No nos callamos más.
Levanté la bandera por la visibilidad de la mujer y empecé a hablar y no nos callamos más. Así que fueron años de lucha, una lucha desigual, porque esa famosa desmalvinización ya no era de aquellos que no conocían la historia, sino que era también de nuestros superiores, de nuestros camaradas y de algunos que habían pasado por ese hospital y nos negaban.
Afortunadamente todas nosotras tenemos mucha documentación, imágenes, testimonios; pero aún así algunos nos dicen, no, ustedes no estuvieron. Fue muy triste porque cuando empezamos a darnos cuenta que los hombres que habían estado con nosotras, nos negaban, fue muy fuerte.
Fue dura la pelea durante casi -en mi caso particular- una década y casi dos o tres meses más de lucha, de agravios, de insultos, de amenaza, a todas, no solamente a mí.
¿Y por qué crees que pasó eso y por qué les costó más de diez años de lucha?
Hay muchos factores; creo que la visibilidad que tuvimos a través de todas las cámaras, de todos los canales de la Argentina y del mundo, nos ayudó.
Cuando hicimos el documental, “nosotras también estuvimos” salió en los festivales del mundo y tuvo una muy buena aceptación. Fue visto en países como Italia, el festival de cine latinoamericano, en Uruguay, Colombia, Brasil, y así se fue convirtiendo en la historia. Y yo creo que eso ayudó muchísimo a que los jueces, empiecen a escucharnos.
Todo ese maltrato que sufrimos, todos esos palos, y esos agravios, y esos golpes, y esas amenazas que recibimos…. En vez de quedarnos treinta y pico de años llorando y diciendo qué hacemos, levantamos la escalera más grande, más fuerte y más alta, hasta que logramos que los jueces de la Cámara Federal Nº 2 me dijeron “sí, te corresponde”, y después de un mes, mi otra compañera también recibió su reconocimiento.
También estamos reconocidas por el Honorable Congreso de la Nación, por la Ley 23.118; tenemos los papeles en regla y aún así, hay gente que nos pone en dudas.
Al momento del regreso de la guerra ¿Recibieron contención por todo lo vivido?
Las mujeres no tuvimos ninguna contención psicológica de nada. Todas fuimos a trabajar el otro día. Yo quería ir a Gualeguaychú, a estar con mi mamá; pero cuando me sacaron de los primeros días de Comodoro, me mandaron a Córdoba a hacer el primer curso de mujeres oficiales.
Pero no, no, no tuvimos ningún tipo de contención. Acá no pasó nada, nada se habla, nadase dice, ustedes no pueden hablar. Acá no pasó nada. Había pasado una guerra, y a nosotras nos pasó esa guerra por la cabeza, con 22, 23, 24 años. Pero lejos de victimizarnos, porque ninguno se victimiza. Nosotras contamos la verdad.
¿Cuál es la huella que quieren dejar cono Veteranos de Malvinas?
Nosotros ya nos estamos yendo, y la verdad es que tenemos que dejar una buena huella, una huella de la verdad, donde sepan que hubo mujeres y hombres, hombres y mujeres que eligieron asistir a la Patria cuando esta sí estaba en peligro y juramos defenderla.
Juramos una bandera y cumplimos con el juramento. Muchos hoy en día juran por la Patria y los Santos Evangelios y al otro día se olvidan de todas las promesas que han hecho.
Nosotros vamos a seguir por ese camino, para dejar una huella constructiva y por nuestra Patria.