Señalética en Braille, el resultado de la voluntad de hacer cosas por la ciudad
La señalética con los nombres de las calles comenzó a colocarse en la semipeatonal, y desde hace pocos días, se agregan las escritas en el sistema para ciegos o alfabeto Braille. De esta forma, Gualeguaychú será la primera ciudad entrerriana en brindar este servicio.
La iniciativa surgió de la insistencia en hacer de la nuestra una ciudad inclusiva, máxime teniendo en cuenta que en tanto ciudad turística, debe estar preparada para recibir a personas con distintas discapacidades. Además, a las chapitas que irán amuradas a los postes que sostienen los carteles indicadores de los nombres y alturas de las calles, se agrega la posibilidad de que contendrán diversas referencias.
A la que en su origen fue la Escuela de artes y oficios, creada por el Presbítero José María Colombo para dar educación y albergue a jóvenes de la zona y que mañana cumplirá 91 años, hoy concurren casi mil chicos distribuidos en los niveles: EGB, orientaciones en Electromecánica, Construcciones, Maestro mayor de obras, Profesorado en tecnología y Tecnicatura superior en mantenimiento industrial.
Para lograr este adelanto en materia de urbanidad, fue necesario el trabajo conjunto de varios actores.
Entre ellos, los alumnos de la Escuela Técnica Nº 2, “Presbítero José María Colombo”, que son quienes tienen a su cargo el tallado de estas obleas metálicas.
Una escuela en constante evolución
A la que en su origen fue la Escuela de artes y oficios, creada por el Presbítero José María Colombo para dar educación y albergue a jóvenes de la zona y que mañana cumplirá 91 años, hoy concurren casi mil chicos distribuidos en los niveles: EGB, orientaciones en Electromecánica, Construcciones, Maestro mayor de obras, Profesorado en tecnología y Tecnicatura superior en mantenimiento industrial.
“Además ampliamos el alcance de nuestro profesorado, que era para EGB 3 y polimodal, de manera de preparar a los futuros docentes también para el nivel primario y así lo estamos ofreciendo”, dijo el arquitecto Héctor Gómez Pacheco, Rector del establecimiento educativo.
Pero volvamos a las obleas de aluminio, que se están confeccionando en sus talleres, tarea que realizan los alumnos dirigidos por el docente Matías Gette.
Decididos a integrarse a la comunidad y para esto, ser de utilidad para ella, los directivos de la Escuela Técnica Nº 2 se sumaron a la propuesta que posicionará a Gualeguaychú como la primera ciudad entrerriana en ofrecer este servicio a personas ciegas.
“No fue fácil -confió Gómez Pacheco- porque al no conocer el alfabeto, primero hubo que aprenderlo. Pero nos convocó la Municipalidad, a través de Emilio Nicolai, director de Integración y Discapacidad, y decidimos participar. Luego del aprendizaje, vino el momento de realizar la matricería para inscribir con ella los caracteres que llevan las chapitas” relató aludiendo a las obleas que se están colocando en las columnas de la cartelería indicadora de las calles y sus alturas.
Una idea que sumó voluntades
Desde la Fundación Incluir, su presidente Pablo Recchia recordó que a fines de 2009, principios de 2010, interesaron a la Lic. Analía Romani, titular de la Dirección de Turismo Municipal para comenzar a trabajar sobre los lineamientos de “Ciudad Inclusiva” y “Turismo Inclusivo”.
Con este propósito se llevó a cabo una reunión convocada por Incluir de la que participaron la Escuela de enseñanza Especial Nº 2 Rizzuto, la ENET Nº 2, la Dirección de Tránsito Municipal y una empresa metalúrgica del parque industrial.
La idea era la de implementar en nuestra ciudad la señalización con el sistema en Braille, para las personas ciegas.
Luego de un tiempo y en un nuevo encuentro que se llevó a cabo en la Escuela Técnica Nº 2 “Pbro. José María Colombo” y contó con la participación del Director del establecimiento, Héctor Gómez Pacheco, los profesores Lucía Viegas y Eduardo Bassini, representantes de la Escuela “Francisco Rizzuto”, Carlos Aloy por la Asociación Civil “Ayudarnos”, Pablo Recchia por la Fundación INCLUIR, integrantes de la Asociación Civil ELPLAM y el profesor de la Escuela de Educación Técnica, Matías Gette, la iniciativa comenzó a cobrar forma: rectángulos con diminutos puntos grabados, esenciales para una parte de la población.
El área de personas ciegas de la Escuela Rizzuto, bajo la coordinación del Docente Eduardo Basini, tiene a su cargo el asesoramiento a los profesores y alumnos de la ENET para realizar el trabajo, que demandó la realización de una matricería especial, para marcar sin perforar las chapas de aluminio que se comenzaron a amurar a las columnas de la señalética urbana y que además del nombre de la calle y la altura, contarán con alguna referencia (el hospital, bancos, lugares históricos, etc.) para que la persona pueda ubicarse mejor en el lugar y las proximidades.
Recchia consideró importante recordar que toda esta movida tiene un punto de partida: “en un ciclo de conferencias en las que participó invitado por nuestra Fundación, el Dr. Luis Bulit Goñi -de extensa actividad profesional, académica y social en temas de discapacidad- entre tantas cosas dijo que “hay cuestiones que se resuelven de forma muy sencilla, a veces con elaborar un menú en Braille en un restaurante, le estamos permitiendo a una persona ciega elegir lo que quiere comer”.
“Esto lo tomó una docente de la Escuela Rizzutto y comenzaron a imprimir en Braille los menús de varios negocios del rubro en nuestra ciudad”, y ahora, agregamos, se suma este servicio urbano.
El valor del trabajo realizado
“Nos lleva su tiempo porque no somos una fábrica, sino que la parte nuestra es la técnica operativa, esto es, que a las chapitas las hacen nuestros estudiantes”, dijo Gómez Pacheco a EL ARGENTINO, poniendo énfasis al señalar “lo único que pedimos al sumarnos y participar fuera que se supiera quiénes las hicieron, porque si se sabe que esto fue hecho por alumnos de la Escuela técnica, que no tiene fines de lucro y que es indispensable para la gente que no ve, el trabajo será respetado y cuidado.”
Puertas adentro del establecimiento, a la capacitación de los estudiantes se suma el valor agregado de sentir que están haciendo algo para su ciudad, para la gente de su barrio, de su comunidad.
Y el orgullo merecido de encontrar en las calles, a futuro, que el trabajo realizado bajo techo es utilizado por personas que por no ver, necesitan palpar esos puntos minúsculos para saber dónde están paradas.
Por S. E.
EL ARGENTINO ©
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