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Diario El Argentinojueves 21 de noviembre de 2024
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Entrevista a Edgardo “Lalo” Moreyra

Entrevista a Edgardo “Lalo” Moreyra

“Si hay empresas que contaminan y siguen produciendo,  es porque hay gobiernos que se lo están permitiendo”


Edgardo “Lalo” Moreyra es uno de los tantos vecinos que alzó su voz para oponerse al desarrollo celulósico en la cuenca del río Uruguay, aún antes de que existiera formalmente Vecinos Autoconvocados y luego la Asamblea Ciudadana Ambiental.
Es, además, uno de los empresarios más exitoso de la ciudad dado que construyó desde los cimientos sus actual distribuidora de bebidas.
Nació el 26 de abril de 1947 en Gualeguaychú. Proviene de un hogar humilde compuesto por sus padres Pedro Domingo y Victoria Juliana Escurra.
“Mi padre a veces tenía trabajo, a veces andaba desocupado. Pero siempre nos inculcó la necesidad de tener un oficio. De él heredo el gusto por la música, dado que era un cantor popular que era conocido como ‘La voz de la raza’ y a través del folclore también me impregnó de las enseñanzas de nuestros ancestros y el amor a la tierra”.
“Tengo sangre vasca, italiana y brasileña; y soy mestizo por todos los costados”, dice Moreyra.
La primaria la cursó en la Escuela N° 71 “Alfredo Villalba”, más conocida como “La Ratonera”. Luego pasó a la Escuela Rawson, donde “en sexto grado tuve a la señorita maestra Blanca Portela, a quien siempre le estaré agradecido por lo mucho que me ha dado en materia de educación”, recordará en el diálogo que mantuvo con EL ARGENTINO. “Luego hice la secundaria en el Anexo Comercial del Colegio Nacional. Antes me hice expulsar de la Escuela Fábrica, porque mi padre quería que aprendiera un oficio, pero a mí me gustaba todo lo vinculado con el comercio. Cuando termino la secundaria me voy a estudiar de Contador en La Plata y allí me pagué los estudios trabajando en un banco. Me recibo de contador en 1971”.
“Regresé a la ciudad con el título bajo el brazo. Abrí un estudio y tuve tanto trabajo en tan poco tiempo, que me di cuenta que en vez de administrar empresas de otros debía hacer una propia. Así incursioné primero en el rubro de fabricación de masas, tuve boliches y terminé con la distribuidora mayorista y armé con mi socio Luis Silvera lo que hoy es Lifa (por el nombre de mis dos hijos mayores: Lisandro y Facundo), una empresa que distribuye vinos, gaseosas y cervezas. Y con el tiempo esta empresa se convirtió en líder de la región”, dice para dar una idea de que nada nace y se desarrolla de manera fortuita.
Moreyra tiene cinco hijos (Lisandro, Facundo, Luciana, Melina y Candela) y en el diálogo con EL ARGENTINO repasará los problemas ambientales que más afectan a la provincia y recordará algunos aspectos de la Gualeguaychú movilizada que marcó un antes y un después en materia de conciencia ambiental.

-¿Cómo está la cuestión ambiental en la provincia?
-Los temas fundamentales en materia ambiental en Entre Ríos todavía siguen sin abordarse de manera decisiva e integral. Pareciera que no son prioritarios en la agenda de gobierno, a pesar de que cada vez son más las voces de la sociedad civil que se elevan para denunciar y exigir que se atiendan sus reclamos.

-Más allá del conflicto por la ilegal Botnia, ¿cuáles son los problemas más graves que se viven a nivel ambiental?
-En materia ambiental todos los problemas son graves, porque la contaminación en el ambiente siempre afecta la salud humana. No hay ninguna contaminación ambiental que sea inocua a la salud. Pero si se acepta una lectura macro o por sus dimensiones y urgencias, se podría decir que lo que está ocurriendo con las fumigaciones y el uso de agrotóxicos es demasiado grave. En este tema es muy grave lo que está ocurriendo con las aplicaciones aéreas y terrestres y la falta de controles que existen al respecto. Además, a nivel de salud hay demostraciones científicas contundentes, pero a nivel oficial es muy poco lo que se ha avanzado. Además, este problema desnuda otro: que es el modelo agrario o productivo que se ha implementado y que es nocivo para las sociedades. Es urgente salir con los modelos de monocultivos de exóticas como eucaliptos y soja. Es necesario formular un plan agrícola que sea quinquenal para ir bajando estos índices mortales de contaminación. E incluso a medida que se proyecte un retroceso del monocultivo, se irá desarrollando un avance en prácticas diversificadas de la agricultura y eso es sano para el ambiente e incluso para la misma economía. En otras palabras, hay que erradicar la tecnología Monsanto, porque de continuar con este modelo no habrá destino para la tierra, el aire, el agua y la vida. Es un problema que debe abordarse de la mano de la ciencia y en beneficio del poblador rural. Este tema de los agrotóxicos y de las fumigaciones es uno de los problemas más acuciantes que tenemos, es de por sí muy grave pero no es el único que se padece.

-¿Cuál es el otro problema?
-Como dije, en materia ambiental los problemas son diversos y múltiples y muchos están encadenados. A manera de ejemplo, y para seguir con la secuencia del monocultivo, el otro problema que tenemos es la deficiente aplicación que se hace de la Ley de Bosques, que debería proteger al monte nativo pero en la práctica le da licencia para que ese monte nativo sea reemplazado por el monocultivo de exóticas. Esto afecta a toda la cadena de la biodiversidad y por eso los campos se están despoblando de especies autóctonas. En Entre Ríos se está a tiempo de salvar al monte nativo, pero se debe actuar de manera urgente, ya mismo, porque a medida que pasa el tiempo las topadoras avanzan construyendo los desiertos verdes que son los campos de soja.

-¿Cómo debería hacerse la clasificación de los bosques?
-Hay que hacerla desde la perspectiva ambiental y no desde la visión productivista. Si se hace con la perspectiva productiva se hará un mapa verde, pero eso en realidad será señalar todo lo que se puede desmontar y no lo que se debe proteger. Falta hacer la clasificación de monte desde lo ambiental y esto tiene dos obstáculos: el primero el paso del tiempo, porque ya han pasado tres años desde que está la ley y en Entre Ríos todavía estamos en aprontes. Mientras esto ocurre, todos los días se desmontan hectáreas y hectáreas de monte nativo. Y el segundo obstáculo es que este tema en la provincia está en un área de gobierno equivocada y con el funcionario responsable equivocado. Y digo esto porque a este tema lo tiene el área de Recursos Naturales, cuyo titular es Conrado González. Esto con el agravante que Recursos Naturales depende del Ministerio de la Producción y debería ser un área subordinada a la política ambiental y no productivista. Así que desde el vamos el Estado está mal posicionado para implementar una política saludable con el ambiente a largo plazo. No hay que ser ingenuos: Recursos Naturales depende de la cartera de la Producción y esa cartera de gobierno se relaciona de manera directa con el campo y el hombre de campo lo único que ha hecho es desmontar para plantar soja. Ni siquiera hay conciencia colectiva de que se está matando lo que nos da de comer a largo plazo. Esto es pan para hoy y hambre para toda la vida. No hay racionalidad ni lógica y por eso no hay planes de largo alcance.

-La mala utilización del agua es otro problema grave, porque el agua es el primer alimento del hombre…
-Este es un tema también prioritario y que está afectado por muchas variantes. Por ejemplo, el conflicto con Botnia, vinculado al río Uruguay también desnuda una situación grave de los municipios entrerrianos que son ribereños a ese curso hídrico. Por ejemplo, todos los municipios, a excepción de Gualeguaychú, utilizan el río como una cloaca a cielo abierto. Y el Estado debería implementar un programa para que cada comuna tenga su planta de tratamiento de efluentes cloacales. Estamos en el siglo XXI pero en esta materia nos seguimos manejando con sistemas medievales, tirando los desechos cloacales a los cursos de agua sin tratamiento alguno. Es una barbaridad y esto es tan válido para los municipios entrerrianos como para los uruguayos.

-¿Y a nivel industrial, las empresas han tomado conciencia ambiental?
-De ninguna manera. Y el Estado es incapaz por el momento de hacer algo en serio al respecto. En el diagnóstico ambiental que hizo la actual gestión, se relevaron casi ocho mil industrias en todas sus dimensiones (grandes, medianas y pequeñas). De las 1.200 industrias grandes y medianas radicadas en la provincia, solamente un centenar tiene el permiso ambiental como corresponde, todas las demás están produciendo de manera irregular y de manera precaria, es decir, contaminando las 24 horas sin que nadie haga algo al respecto. Esto es un dato oficial.

-¿Y la responsabilidad social empresaria?
-Como concepto está muy bueno, pero en la práctica al no aplicarse queda en un lindo verso. La responsabilidad social empresaria no existe si no está regulada por el gobierno y con participación plena de la ciudadanía. Esta es la fórmula que se aplica en Europa y la aplica justamente para salir de la ruina ambiental en la que vive. Lo poco que se ha salvado en Europa es por la fuerte oposición que han tenido las organizaciones ambientales y de la sociedad civil que ha obligado a los gobiernos y a las empresas a tener más responsabilidad social. No es una dádiva del empresario, sino una obligación de todos comenzando por el Estado que la debe regular.

-¿Cómo se involucra con el tema ambiental?
-Mi antecedente se remonta a la infancia, porque crecí al lado de los sauces y el río. De esos años recuerdo el amor, la sorpresa y el cariño de los cantos de los pájaros, que me emocionaba el alma. Por las mañanas y las tardes iba a pasear al Arroyo El Sauce, que era mi única salida porque era gratis. Allí aprendí a maravillarme de la vida y la naturaleza. Andaba con una gomera… pero rápidamente comprendí que la debía usar para espantar a los pájaros de las huertas y los sembradíos. A esto le debo sumar mi amor por el folclore y el respeto por los ancestros indios, que también me dieron una dimensión y me ayudaron a valorar a la Madre Tierra. Las historias de los pueblos originarios siempre me fascinó y sus dioses me cautivaron: el sol, la luna, la tierra fueron las fuerzas superiores que actuaron en mí como si fueran dioses tutelares. Y de más grande, en la década del ´80 ya vivía con mucha preocupación las informaciones de las luchas ambientales que me llegaban a mis manos y que fueron alimentando la necesidad de asumir compromisos concretos. En el 2003, cuando todavía la Asamblea Ciudadana Ambiental no había nacido, me involucro en esta lucha contra las pasteras Ence y Botnia. Eran los tiempos donde el Salón Azul de la Municipalidad nos quedaba grande para reunirnos. El primer grito fuerte y asambleario nace el 5 de marzo de 2005 en el Sirio Libanés, de cuya reunión saldrá la necesidad de abrazar al río y marchar hacia el puente internacional todos los 30 de abril. En esa época manifesté dos cosas, que a mi entender fueron clave para la lucha: tomar conciencia que el Uruguay no iba a retroceder en este modelo pastero de muerte y que era indispensable alimentar la movilidad social si queríamos tener vida en el río Uruguay. Y fue el diario EL ARGENTINO el primer medio de comunicación que le dio lugar a ese concepto y fue la primera vez que me hicieron una nota periodística.

-Usted ha sido protagonista y testigo al mismo tiempo del proceso asambleario en Gualeguaychú…
-Sí, como tantos otros vecinos. Si algo tiene la Asamblea es que nadie se puede arrojar la prerrogativa de haber sido fundador único, porque se trata de un movimiento colectivo y donde los personalismos no tienen lugar, más allá de que siempre es necesario que alguien explique a los medios de comunicación lo que está ocurriendo o lo que nos proponemos realizar. La Asamblea nació horizontal y esa es su mayor fortaleza. Es una organización colectiva, donde la representación no se delega y cada uno se representa a sí mismo siendo parte del mismo pueblo. Lo que más me impactó de manera positiva es que con el surgimiento de la Asamblea se terminaba la llamada “mesa chica” y todos nos sentamos en la “mesa grande” de la comunidad.

-Si se tiene en cuenta que usted proviene del mundo empresario, donde la organización responde a mandos y es vertical, ¿cómo se adaptó al movimiento asambleario?
-Es cierto, provengo de una organización que responde a esquemas de mandos. La adaptación me costó pero nunca sentí que debía sacrificar algo esencial de mi ser; sino todo lo contrario, intuía que a mi ser lo estaba nutriendo de una experiencia excepcional que me daría una visión más práctica de la vida en sociedad. La vida asamblearia fue un enriquecimiento excepcional para dimensionar la necesidad del hombre de cuidar a su propia sociedad. Así que no me costó adaptarme, aunque transité de venir de una organización empresaria que medía todo al milímetro a una experiencia asamblearia donde no había jefes y no obstante todos éramos responsables, sin excepciones. La Asamblea es pueblo y pueblo somos todos; por eso adhiero a que todos tienen el derecho de hablar y decidir; porque nos involucra a todos; no es sectorial sino colectivo, integral. La Asamblea Ciudadana es horizontal, única, irrepetible y es totalizadora del pueblo. Por eso ha generado cambios y se la reconoce como una bisagra para marcar “un antes” y “un después” en la conciencia ambiental no sólo de la provincia y la región, sino del país e incluso del mundo. En ese aspecto, la participación ciudadana que ha sabido gestar y desarrollar la sociedad de Gualeguaychú es una experiencia que se admira y se valora.

-¿Cómo nace la necesidad de crear la fundación Fundavida, dedicada al medio ambiente?
-Esa necesidad me nace cuando comprendo que la Asamblea Ciudadana Ambiental no podía abrir nuevos frentes ambientales, dado que el enemigo que enfrenta es demasiado poderoso y si se abren nuevos frentes de lucha se corre el riesgo de la dispersión. En el 2006-2007 tomo mayor conciencia de la necesidad de participar colectivamente y que además de la lucha contra las papeleras, debía abordar otros frentes como el tema de los agrotóxicos y la agricultura, la energía, el cuidado del agua, los procesos industriales y la necesidad de generar canales sistemáticos en materia de educación y de cultura ambiental para despertar luego conciencia y actitudes responsables que honren el Don de la Vida. Fue un proceso, por eso en el 2009 recién toma configuración jurídica. En el fondo nace por un vacío en la provincia y en la ciudad. En la Asamblea no podíamos consensuar el abordaje de todos los temas ambientales que afectan a la sociedad para no dispersarnos y era urgente ocuparse únicamente por el NO a las papeleras y el SÍ a la vida. Por eso nace Fundavida, para poder ocuparnos de otros temas ambientales. Del mismo modo que reclamamos en la Asamblea por eliminar el modelo del monocultivo del eucalipto, siento que debo participar para eliminar el modelo sojero y todo monocultivo de exóticas. De la misma manera, sentí que debía -aprovechando la conciencia ambiental que la Asamblea estaba generando- abordar la problemática de los parques industriales; el uso de las aguas y una amplia variedad de temas que nos afectan a todos por el solo hecho de vivir en comunidad. Esta necesidad la compartí inicialmente con otros compañeros de ruta asamblearia como Gustavo Rivollier, Guillermo Luciano, Raúl Almeida y otros tantos más. Con ellos nos animamos a crear Fundavida, con el objetivo de tratar de concientizar sobre la totalidad de los problemas ambientales que nos afectan y en consecuencia luchar por un cambio que debe darse de manera contundente y cuanto antes, porque la degradación de la salud está ocurriendo en estos momentos. Soy consciente que los depredadores y los genocidas ambientales marchan en un fórmula uno y nosotros vamos en un carro; pero es nuestra marcha y más temprano que tarde, estamos convencido que vamos a llegar a buen destino.

-Como Fundavida han participado en la Convención Constituyente que reformó la Constitución provincial. ¿Cómo les fue?
-Lamentablemente, la clase dirigente política está muy retrasada en el compromiso ambiental y se muestra muy débil para avanzar en ese camino. Nos fue mal. Nosotros queríamos que en la Constitución se crearan Tribunales de Justicia especializados en materia ambiental, pero esto no fue incluido. Es una pena, porque estamos perdiendo tiempo a la hora de resolver conflictos que son muy específicos. En ese marco, queríamos crear también una fiscalía ambiental, pero tampoco fuimos escuchados. Lo otro que pretendíamos era fijar la prisión para los delitos ambientales, porque entendemos que las multas que se aplican son irrisorias. Mire, en la ecuación de la rentabilidad sigue siendo negocio arrasar el monte nativo, pagar la multa y obtener suculentas ganancias plantando monocultivo de exóticas como la soja o el eucalipto. El sistema es perverso, porque no sanciona como corresponde teniendo en cuenta el daño que se genera. Sigue siendo negocio contaminar y con la reforma de la Constitución los entrerrianos perdimos una oportunidad para ponerle fin a ese modelo perverso que alimenta sistemas de muerte. Si en vez de multa se aplica una sanción no excarcelable o la clausura definitiva, las cosas cambiarían de manera drástica y se crearían sistemas muy rentables pero amigables con el medio ambiente. No se puede crecer a cualquier precio. Ese es un error conceptual, porque todo concepto egoísta atenta contra el crecimiento armónico de las personas y las sociedades.

-¿En materia ambiental están dadas las condiciones políticas para cambiar?
-No se tienen que dar las condiciones políticas, sino las condiciones ambientales para cambiar. El ambientalismo no admite duda en la decisión de preservar la vida. Si la política no reacciona ya, cuando lo haga será demasiado tarde porque no habrá posibilidades de desarrollar la vida. Entonces en la actualidad, en el hoy, están dadas las condiciones ambientales, porque la naturaleza ya nos está dando sus advertencias. Es urgente escuchar esas advertencias, esas señales y cambiar los modelos. No hay otro camino, caso contrario el futuro será desolador. En materia ambiental lo peor que se puede hacer es perder tiempo. El tiempo es un factor en contra, porque a medida que pasa, la destrucción avanza. El cambio climático está ocurriendo ahora, en estos momentos… y nos afecta a todos. Los políticos a nivel planetario, regional, nacional, provincial y local son responsables por no asumir los compromisos mínimos con la vida. Si hay empresas que contaminan y siguen produciendo, es porque hay políticos, funcionarios, gobiernos y Estados que se lo están permitiendo.


Por Nahuel Maciel
EL ARGENTINO ©



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