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Siete de cada diez presos admiten que pagan "propinas y sobornos" para ingresar alimentos a la cárcel

Siete de cada diez presos admiten  que pagan "propinas y sobornos"  para ingresar alimentos a la cárcel

  Siete de cada diez presos consultados en una encuesta admitieron que pagan propinas y sobornos para poder ingresar alimentos a las cárceles federales y bonaerenses.


El alarmante dato se desprende de un pormenorizado informe realizado por el Centro de Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (Celiv), de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
El documento concluyó además que un 30 por ciento de los reclusos paga para acceder a las visitas íntimas y un 28 por ciento para ingresar a la unidad penitenciaria objetos prohibidos como drogas y celulares.
El estudio que lleva el nombre "Condiciones de vida en la Cárcel: Resultados de la encuesta de detenidos condenados", al que tuvo acceso NA, se realizó con el objetivo de analizar las condiciones de vida en reclusión y su impacto en la futura reinserción social de los individuos privados de libertad.
"En nuestro país los penales se encuentran ocupados al 100%, sin embargo no presentan serios problemas de hacinamiento. La mayoría de la población carcelaria son hombres y el 62% de los internos permanece sin condena", explicó el doctor en sociología
Marcelo Bergman.
Bergman dirigió el estudio realizado sobre la base de encuestas realizadas a 1.033 internos condenados en el Sistema Penitenciario Bonaerense y en el Federal.
El trabajo se enfoca en las condiciones materiales y no materiales de reclusión (saneamiento, hábitat en el penal, higiene personal, necesidades y elementos básicos, educación, trabajo, contacto con el mundo exterior, salud, adicciones) y revela que las condiciones carcelarias en Argentina se van deteriorando con el aumento pronunciado de la población detenida.
"El sistema carcelario argentino presenta mejores condiciones en comparación con los resultados de los sistemas penitenciarios de Brasil, Chile, El Salvador, México y Perú; pero esta particularidad obedece más a la precariedad de los otros sistemas que a las fortalezas propias", señaló Bergman.
Según el informe realizado, al igual que en los países latinoamericanos observados, la mayoría de la población son hombres y el 50% tiene menos de 33 años.
"El 73,7% de los varones proviene de un entorno donde hay antecedentes delictivos y el 30% de los presos se encontraba desocupado durante el último mes antes de ser detenido", comentó Bergman que también es director del Celiv.
En el informe se resalta que "la mayoría de los reclusos considera mala la calidad de la comida e insuficiente pero la gran mayoría accede a suficiente agua potable para beber, a
diferencia de Brasil que presenta los números más bajos de la región (57,7%)".
En cuanto a los "pagos improcedentes", el estudio revela que en las cárceles argentinas se pagan propinas y sobornos para acceder a varios beneficios.
"Un 70% declaró que debe pagar para ingresar alimentos, un 30% para acceder a las visitas íntimas y un 28% para ingresar objetos prohibidos como drogas y celulares. Muchos admiten que se consumen drogas en las cárceles, y que éstas provienen de sus
familiares, un 44%, y de personal que trabaja en el penal (25%)", se señaló.
Otro de los datos relevantes que presenta el trabajo es el contacto de los individuos con las drogas y el alcohol: el 37% de los reclusos creció en hogares donde el consumo de drogas y alcohol era habitual.
Argentina se ubica entre los países latinoamericanos con una de las más bajas tasas de encarcelamiento, de 152 internos por cada 100.000 habitantes.
En el año 2014 había 63.000 internos en las cárceles entre procesados y condenados, de los cuales, la población es mayormente joven, ya que se determinó que el 50% tiene menos de 33 años.
La mayoría de los presos son hombres, y la mitad cursó hasta la primaria.
En cuanto a las mujeres detenidas, más de la mitad, un 54,1%, tiene hasta tres hijos y además el 42,1% tiene a su pareja también presa.
El informe concluye que si bien el hacinamiento, la provisión de bienes básicos y los programas de educación y trabajo no están en situación crítica como en otros países de la región, las condiciones carcelarias en Argentina son deficientes, y de esta manera las cárceles pueden generar más inseguridad al fomentar la estigmatización, el resentimiento y la conformación de redes delictivas.
 

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