El carnaval, la marca de la ciudad
El Carnaval del País es una marca que está unida a Gualeguaychú, cada vez que la temporada de verano se presenta como una opción para miles y miles de turistas.
Consolidado como uno de los espectáculos más importantes que se realiza a cielo abierto, este año también se presenta como una de las propuestas que más inversión demandó: casi 19 millones de pesos entre el armado de las tres comparsas, la difusión y la puesta a punto del Corsódromo, entre otros rubros.
Hay que tener presente que la ciudad posee aproximadamente capacidad para dar alojamiento a casi treinta mil personas por noche, entre hoteles y cabañas (cinco mil), casas, hostel y departamentos particulares (ocho mil), parcelas de camping (4.500, que significan más de 17 mil personas). Más otras dos mil plazas en Pueblo General Belgrano.
Y una noche exitosa en público en el Corsódromo se mide entre 18 y veinte mil personas. Esto habla a las claras del fenómeno social y turístico que inspira el espectáculo, aún cuando las estadísticas señalan que el cincuenta por ciento de los visitantes lo hacen atraído por el Carnaval.
Hay otro aspecto que también merece ser valorado: gracias a lo producido por el Carnaval la mayoría de los clubes cuentan durante todo el año con recursos que les permiten consolidar su compromiso con la comunidad a través de sus distintas unidades educativas y académicas.
Es un aspecto que no siempre se ha tenido en cuenta y que también muestra a los clubes deportivos y sociales de Gualeguaychú de una manera distinta. Y sorprende este resultado, máxime cuando se aprecie la calidad educativa que han desarrollado estas instituciones.
La búsqueda incesante en lo cultural, el encuentro sublime con una estética artística, el diálogo de las diversas expresiones de las artes, hacen del Carnaval de Gualeguaychú uno de los más famosos y más importantes a nivel país e incluso regional.
Gualeguaychú tiene en esta propuesta turística un seguro para la temporada, más allá de la necesidad permanente de superar la estacionalidad.
Por otro lado, hay que señalar que nada ha sido casual y que todo ha resultado fruto de un gran esfuerzo, de horas de sacrificio de la dirigencia de los clubes y del acompañamiento del Estado y de la comunidad.
Por eso el Carnaval no es un producto más, sino que representa una centralidad a la hora de planificar los fines de semana del verano.
Este espectáculo tiene inversiones que bien pueden ya medirse a escala industrial. Se trata de una magnitud que obligará en un futuro no muy lejano a innovar. Es el desafío del crecimiento y que llegado el momento deberá convocar a todos en la ciudad. En esa dirección ya se está avanzando, porque de manera permanente se hacen consultas sobre cómo mejorar el espectáculo de manera integral.
Se aproxima el verano, los talleres de las comparsas están dando sus últimos retoques a sus propuestas y el Carnaval del País vuelve a saludar a una temporada despertando el optimismo en el sector turístico y comercial. Acompañar la propuesta también es una formidable manera de apoyar tantos esfuerzos que tienen como destino el bien de la sociedad.
Hay que tener presente que la ciudad posee aproximadamente capacidad para dar alojamiento a casi treinta mil personas por noche, entre hoteles y cabañas (cinco mil), casas, hostel y departamentos particulares (ocho mil), parcelas de camping (4.500, que significan más de 17 mil personas). Más otras dos mil plazas en Pueblo General Belgrano.
Y una noche exitosa en público en el Corsódromo se mide entre 18 y veinte mil personas. Esto habla a las claras del fenómeno social y turístico que inspira el espectáculo, aún cuando las estadísticas señalan que el cincuenta por ciento de los visitantes lo hacen atraído por el Carnaval.
Hay otro aspecto que también merece ser valorado: gracias a lo producido por el Carnaval la mayoría de los clubes cuentan durante todo el año con recursos que les permiten consolidar su compromiso con la comunidad a través de sus distintas unidades educativas y académicas.
Es un aspecto que no siempre se ha tenido en cuenta y que también muestra a los clubes deportivos y sociales de Gualeguaychú de una manera distinta. Y sorprende este resultado, máxime cuando se aprecie la calidad educativa que han desarrollado estas instituciones.
La búsqueda incesante en lo cultural, el encuentro sublime con una estética artística, el diálogo de las diversas expresiones de las artes, hacen del Carnaval de Gualeguaychú uno de los más famosos y más importantes a nivel país e incluso regional.
Gualeguaychú tiene en esta propuesta turística un seguro para la temporada, más allá de la necesidad permanente de superar la estacionalidad.
Por otro lado, hay que señalar que nada ha sido casual y que todo ha resultado fruto de un gran esfuerzo, de horas de sacrificio de la dirigencia de los clubes y del acompañamiento del Estado y de la comunidad.
Por eso el Carnaval no es un producto más, sino que representa una centralidad a la hora de planificar los fines de semana del verano.
Este espectáculo tiene inversiones que bien pueden ya medirse a escala industrial. Se trata de una magnitud que obligará en un futuro no muy lejano a innovar. Es el desafío del crecimiento y que llegado el momento deberá convocar a todos en la ciudad. En esa dirección ya se está avanzando, porque de manera permanente se hacen consultas sobre cómo mejorar el espectáculo de manera integral.
Se aproxima el verano, los talleres de las comparsas están dando sus últimos retoques a sus propuestas y el Carnaval del País vuelve a saludar a una temporada despertando el optimismo en el sector turístico y comercial. Acompañar la propuesta también es una formidable manera de apoyar tantos esfuerzos que tienen como destino el bien de la sociedad.
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