Secciones
Diario El Argentino
Secciones
Diario El Argentinomiércoles 24 de abril de 2024
Opinión

Desde Nimh Binh a la Bahía de Halong

Desde Nimh Binh a la Bahía de Halong

Un mal cálculo de los tiempos, la intensa lluvia y un irónico pinchazo en la rueda trasera, han hecho que llegue de noche y mucho más tarde de lo esperado a Nimh Binh, una ciudad ubicada en el norte de Vietnam, donde los principales protagonistas son las montañas, los arrozales y las grandes cuevas.


Por Héctor Martín Davicco

(Colaboración)

 

sin dificultades, que en ocasiones son producto del cansancio, logro encontrar el hostal en donde pasaré los próximos días. Me registro en la recepción y luego, para relajarme, bajo a un bar a tomar una cerveza. Hay una pareja sentada en la mesa de al lado que tiene toda la pinta de ser española. Espero a escucharlos hablar para confirmarlo. “Por fin alguien que habla en castellano” les digo, y ahí nomás nos ponemos a conversar. Son andaluces y están de vacaciones en Vietnam. “Queríamos algo más exótico, por eso descartamos Tailandia que está turísticamente muy explotado” dice él. Me preguntan de qué parte de Argentina soy. Como sé perfectamente que la mayoría de los españoles no han escuchado nunca hablar de Entre Ríos, les digo para ubicarlos en el mapa: “Es la provincia que está tocando con Uruguay”. Ella dice: “Mi sueño es ver esa maravilla natural que tenéis, ver las Cataratas del Iguazú”. Conversamos más de una hora y practicamos la ‘amistad espontánea’. Me preguntan: “Cómo es posible que un país tan rico como Argentina tenga tantos problemas, tantas crisis?”. “No lo sé” les digo “pero considerando lo que se cuece en España y en Italia, nuestras ‘madres patrias’, es bastante pretencioso esperar que los argentinos se comporten como noruegos”.

En mi primer día voy a Mua Cave, pero antes de llegar me detengo para ver a unos campesinos haciendo pesca eléctrica entre el planterío de unos bañados. Van caminando y rastrillan por zonas. Llevan una batería a la espalda, en cada mano un largo palo con cables, uno hace de polo negativo y el otro de polo positivo. Los introducen en el agua generando una corriente eléctrica que va desde un polo al otro, electrocutando a todos los peces que se cruzan en el camino. Un método de pesca que se utiliza en lugares donde no es posible tirar un anzuelo o una red.

Llego a Mua Cave, un grupo de montañas desde las que, luego de subir muchos escalones, se disfruta de un paisaje que realmente inspira. Una inspiración que queda hecha añicos a los tres minutos, en el momento en que veo junto a mí a una mujer tirando subrepticiamente entre las piedras el envoltorio de unas golosinas que se acaba de comer…

Regreso hambriento de Mua Cave y me detengo en un restaurante donde todos los clientes son vietnamitas. Pido pasta con vegetales. Un grupo de hombres, entre gritos y carcajadas, disfruta de una copiosa comida acompañada con cerveza y licor. Cuando estoy finalizando mi almuerzo, uno de ellos se acerca para preguntarme de qué país vengo y qué es lo que estoy haciendo en Nimh Binh. Cuando le digo que soy de Argentina, nombra, como hacen todos, a Messi. Me sirve un vaso del licor que tiene apariencia de ser digestivo pero que en cada trago hace llenar mis ojos de lágrimas. Conversamos rudimentariamente. Termino el vaso e inmediatamente me sirve otro. Va a su mesa con mi plato y me sirve de una fuente una porción de comida que no rechazo. Conversamos un poco más y recarga mi vaso otra vez. La bebida (más espirituosa que digestiva) hace su efecto cuando una sensación de bienestar se apodera de mí. Es el chispazo que enciende el camino hacia la embriaguez. Termino mi segundo plato de comida y no bebo más. Me despido del hombre, pido la cuenta y solo me cobran el plato de pastas. “Estás invitado por todo lo demás” me dice la camarera.

Viajo en un ferry para llegar a la isla de Cat Ba, ubicada en el noreste de Vietnam en el Golfo de Tonkín. Vivo el trayecto como una pequeña aventura, consciente de que para la mayoría de las personas que vienen en la embarcación se trata de un procedimiento cotidiano. Llego a la pequeña ciudad en donde tengo alojamiento y compruebo que, como en todos los pueblos de Vietnam, hay banderas nacionales y comunistas ornamentando las calles principales. Cat Ba es una isla con playas, montañas y parques naturales, desde la cual se puede visitar la Bahía de Halong, uno de los sitios más emblemáticos del país y del mundo.

Tomo sol en una playa y el calor me hace entrar al mar una y otra vez. Un edificio en construcción de casi 20 pisos, destroza deliberadamente el paisaje pero garantiza que tendrá excelentes vistas al mar. Una chica occidental, orgullosa de los atributos que le obsequió la naturaleza, camina por la orilla como en un desfile de moda ¿Se movería con tanto glamour si no hubiera gente en la playa? ¿Caminará así cuando anda entre casa? Sería divertido poder verlo.

Visito el museo ‘Hospital Cave’, una inmensa cueva que durante la guerra contra los Estados Unidos hizo las veces de bunker y de nosocomio. Hay habitaciones en penumbras, con maniquíes acostados en camillas simulando a los heridos. No es una gran puesta en escena, pero sirve para hacerse una idea de cómo fueron los tiempos de guerra.

Tomo una excursión para ir en barco a la Bahía de Halong, Patrimonio Mundial de la Humanidad y considerada como una de las 7 maravillas naturales del mundo. Atravesamos pueblos flotantes con decenas de casas en donde viven los pescadores con sus familias, gatos y perros. Hacemos una parada para observar las piletas en donde mantienen vivos a los peces atrapados. Son hermosos, ágiles, exóticos y su probable destino es el paladar de algún turista ávido de nuevos sabores.

Navegamos entre grandes peñones verdes y el mar está calmo y de color azul. Quedo boquiabierto con la enorme cantidad de basura, botellas y bolsas de plástico que flotan en el agua. Hacemos una parada para darnos un baño y, mientras me sumerjo en el agua, recuerdo a un amigo vasco que cuando ve lo burro que los seres humanos podemos llegar a ser, dice: “Nos merecemos la extinción”. Sé que exagera y que lo dice en sentido figurado, pero cada tanto, cuando observo ciertas cosas, me entra la duda de si no está hablando muy en serio.

    ComentariosDebés iniciar sesión para poder comentar