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Colaboración

Babel o Jerusalén. ¿En cuál querés vivir?

Babel o Jerusalén. ¿En cuál querés vivir?

(*) Por monseñor Jorge Eduardo Lozano

(Colaboración)

A veces imaginamos lugares ideales en los cuales vivir. Ciudades que nos atraen por su belleza arquitectónica, su historia, el clima, la gente. O simplemente porque nos evocan una situación importante en nuestra vida. Poblados que están junto al mar o en medio de la montaña. En fin, una gran variedad.

En la Biblia hay ciudades que representan situaciones particulares. Quisiera hoy compartir acerca de las dos que menciono en el título.

Babel se describe en el Capítulo 11 del libro del Génesis, el primero de la Biblia. Allí se nos presenta a los hombres de aquel lugar hablando un mismo idioma por medio del cual se entendían entre todos. En un momento se pusieron de acuerdo y comenzaron a edificar una torre con la idea de “llegar hasta el cielo, para perpetrar nuestro nombre” (Gn 11, 4). Con esta expresión se destaca el orgullo humano, la vanidad. La intención no era buscar el bien de la comunidad y la gloria de Dios, sino exaltarse a sí mismos.

El relato concluye con que Dios hace que comiencen a hablar lenguas diversas para no entenderse. De este modo se interrumpió la construcción y se dispersaron por toda la tierra (Gn. 11, 9). La raíz etimológica de la palabra “babel” puede derivar de un verbo hebreo que significa “confundir”.

La otra ciudad que se contrapone a ésta es Jerusalén, que significa “ciudad de paz”. Hoy celebramos la solemnidad del Espíritu Santo, y en el Libro de los Hechos de los Apóstoles se nos cuenta que “al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse” (Hc 2, 1-4).

Toda la gente entendía lo que los Apóstoles decían, “cada uno los oía hablar en su propia lengua” (Hc 2, 6) A diferencia de lo sucedido en Babel, ahora con el Espíritu Santo se reúne lo que estaba disperso. Se restablece la comunicación y la posibilidad de ponerse de acuerdo para construir juntos, no ya movidos por la soberbia, sino por el amor a Dios y a los hermanos.

El Espíritu Santo es el que realiza la comunión fraterna en la Iglesia, y el que dispone los corazones de la humanidad (no sólo los creyentes) para el diálogo y la búsqueda de la Paz.

Además, en la mañana de Pentecostés los Apóstoles son impulsados a la misión. Todos ellos, al quedar llenos del Espíritu dan testimonio de la presencia viva de Cristo en la comunidad cristiana. Vencer el miedo y se dejan contagiar por la audacia evangelizadora.

Y no sólo los Apóstoles, sino también los otros discípulos que estaban con ellos en oración junto a María (Hc 1, 14). La efusión del Espíritu es un don permanente de Dios, que también hoy nos mueve a ser Iglesia en salida, madre que busca a sus hijos.

Este sábado y domingo se realiza en todas las Capillas y Parroquias del País la Colecta Nacional de Caritas. El lema que nos está motivando expresa “compartir transforma vidas”. Y de verdad que es así. Con este dinero se sostienen obras solidarias a nivel nacional, diocesano y parroquial.

Te cuento de algunos emprendimientos que llevan adelante en la Provincia de San Juan. En un año se duplicó la cantidad de merenderos. Allí acuden gran cantidad de niños y adultos mayores. Se intenta asistir al hambre más urgente.

En estos mismos lugares de merienda y en otros se brinda apoyo escolar. Los papás y mamás de muchos niños no han completado sus estudios (ni secundarios ni primarios) y no están en condiciones de sentarse con ellos y ayudarles con la tarea y explicarles los contenidos que no han comprendido. De este modo se logra evitar la repitencia o el abandono del sistema educativo, algo fundamental en la infancia y adolescencia.

Se llevan adelante varios talleres de capacitación laboral y se promueven microcréditos para desarrollar emprendimientos productivos. Una manera de ganarse el sustento cotidiano por medio del trabajo.

Una propuesta importante es la capacitación de Líderes Sociales. Con la ayuda de la Universidad Católica de Cuyo se lleva adelante un estudio académico y talleres que buscan dar herramientas a quienes están sirviendo en los barrios más pobres.

Como ves, de verdad “compartir transforma vidas”. Para que esto sea posible hay muchos voluntarios que aportan su tiempo, su creatividad, su dinero.

invito a sumarte en esta Colecta. Te necesitamos para seguir transformando vidas.

(*) Monseñor Jorge Eduardo Lozano es arzobispo de San Juan de Cuyo y miembro de la Comisión Episcopal de Pastoral Social.

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