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Secundaria obligatoria, 10 años después

Secundaria obligatoria,  10 años después

Por Ricardo Braginski

(Colaboración)

Como sucede con todo dato estadístico, al crecimiento de la matrícula y de los egresados de la escuela secundaria argentina se lo puede analizar desde distintos puntos de vista.

Una primera aproximación es que la obligatoriedad de la escuela media -establecida en la Ley de Educación de 2006- tuvo su efecto positivo: logró que se incorporasen unos 540 mil nuevos alumnos al sistema en los últimos diez años. También es positivo que esta inclusión se haya logrado sin resentir los resultados de los aprendizajes medidos en los estudiantes que llegan a los últimos años, según muestra el informe del Observatorio Argentinos por la Educación.

Pero hay que saber que esto no fue solo un fenómeno argentino. Muchos países de la región encararon en esta primera parte del siglo políticas de inclusión escolar parecidas, con resultados bastante similares.

También hay que considerar que la mayor inclusión no logró aún revertir la alta tasa de repitencia y abandono en los primeros años de la secundaria. El sistema logró que ingresen más chicos de sectores que antes no accedían a la secundaria. Muchos de ellos, primera generación en sus familias en acceder a la escuela secundaria. Sin embargo, el formato clásico de la escuela media -con un enfoque básicamente “eniclopedista” y con una estructura pensada para las clases medias- no logra aún integrar a buena parte de esos jóvenes.

Esto está siendo revisado por las autoridades, que encararon una reforma profunda del formato de la escuela media, que se conoce como “Secundaria 2030”. Apunta a agrupar materias y trabajar por proyectos, que integren saberes y estén más cerca de la vida cotidiana de los alumnos. También cambia la forma en que se califican y acreditan los conocimientos. Los cambios van en esta dirección. Todas las provincias ya lo empezaron a implementar y se comprometieron a completarlo en el año 2025.

Pero el informe del Observatorio presenta otro dato, que suena casi a una advertencia. Dice que si todos los estudiantes que estaban en los dos últimos años del ciclo básico secundario en 2016 (1.560.000) hubieran continuado el ciclo orientado (se “cayeron” 400 mil alumnos en este paso), el sistema habría necesitado añadir más de 13 mil aulas (de 30 alumnos), con sus respectivos cargos docentes.

¿Qué pasaría con esto en el actual contexto de crisis económica?

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