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Mujeres que hacen cosas: Eugenia Grané

Cambió de casa, de negocio y apariencia, pero mantiene intacta a la creativa

Cambió de casa,  de negocio y apariencia, pero mantiene intacta a la creativa

Silvina Esnaola

EL ARGENTINO

Eugenia (37) estudió Diseño gráfico, se recibió y comenzó a trabajar en Buenos Aires. Conoció a Martín (correntino) y al tiempo llegó Catalina (hoy de 5) “y cuando Cata estaba por cumplir un año, decidimos venirnos a la tranquilidad de Gualeguaychú”, contó de entrada.

Acá abrieron un negocio de ropa para bebés y chiquitos de hasta dos años, que llamaron Calma tucata y que por los avatares de la economía del país, debieron cerrar.

El nombre, que la sigue acompañando en su emprendimiento propio de diseñadora, tiene su historia: “es una expresión en portugués que no conocía, pero que por alguna razón, comencé a cantarle a Catalina un día, acunándola. Mi suegra me escuchó y me preguntó de dónde la había sacado y le dije que había salido de cantar “calma mi Cata, calma tu Cata” y me contó que cuando Martín era chiquito, en Paso de los Libres veían un programa brasileño donde los presentadores bromeaban entre ellos diciendo “calma tucata” y la expresión pasó a usarse en su casa como chiste”.

Con esta coincidencia, cuando decidimos venirnos a Guale y armamos el proyecto del local, el nombre fue Calma tucata”, contó.

Ya dijimos que el negocio no está más y que ahora el tiempo de Eugenia se divide entre el diseño gráfico que, como dijo, sale de la computadora, se desarrolla y su aplicación es infinita, y los talleres como el de tapicería, “que han sido para muchas mujeres el puntapié para arrancar el emprendimiento propio, lo que es muy reconfortante, más aún en estos tiempos complicados”.

“Es una satisfacción enorme, cuando me cuentan que tienen el taller propio. Yo no sé tapizar y cuando me preguntan, recomiendo a estas chicas que han ampliado sus conocimientos y están en condiciones de tapizar sillas, sillones, respaldos de camas, y esto es muy alentador, porque me dicen que encontraron lo que querían hacer y les va muy bien”.

Un párrafo aparte merecen los talleres de mandalas y que disfruta mucho “por la energía que se genera allí dentro. Es un momento mágico donde todas se olvidan de todo lo que traían puesto y se dejan ser. Y es gente que nunca agarró un lápiz, pero cuando comienzan a ver lo que pueden hacer sacándose los prejuicios, es inmensa la felicidad que sienten. Y eso se comparte...”

-En el caso de mandalas, se los aconseja pintar para aliviar el estrés...

“Cuando se pintan los mandalas se trabaja la parte emocional; cuando se las dibuja, se trabaja la estructura de uno. Siempre es de adentro hacia afuera, por eso comienzan desde el centro chiquito y se amplían. El centro de un mandala es el interior nuestro y el exterior, el de la persona”, explicó.

“Hay gente a la que le cuesta empezar el mandala, porque es meterse para adentro y a otras, les cuesta la parte externa, porque entre otras cosas tiene que ver con el conflicto con la imagen propia”.

- Este animarse de las mujeres a aprender cosas nuevas es mucho más que una cuestión de moda...

“Totalmente. Para mí es un cambio de paradigma de la mujer. En algún punto es su liberación para dedicarse a lo que le gusta y de paso, es un sustento”.

-Eso hacés vos...

Aquí sentó postura al decirnos “no puedo trabajar diez horas en un lugar y para un otro. Por eso siempre estoy en búsqueda de lo que sea bueno para mí y para mi familia.

Me volví de Buenos Aires porque trabajaba diez horas y mi hija debía permanecer nueve en una guardería. Y esto me quemó la cabeza porque me dije “esta no es la vida que quiero. Y a partir de que nos volvimos fue una búsqueda de lo que me gusta y lo que sé y puedo hacer. Y fui aprendiendo que puedo hacer un montón de cosas más. No sólo estar sentada en la computadora diseñando”.

Ahora estoy haciendo quince cosas a la vez, pero con tiempo para Martín y Catalina, mi familia”.

esto de poder combinar lo que la apasiona con el tiempo para la familia fue y sigue siendo parte del cambio corporal que tuvo, como contó.

“En el último año y medio bajé 50 kilos y esto fue mi despegue para hacer lo que me gusta y estar en un lugar en el que me siento cómoda conmigo y con todo. Esto tiene que ver con buscarse y aceptarse, en sentirse cómoda y disfrutar lo que estoy haciendo”.

-¿Cómo bajaste de peso?

“Me hicieron cirugía de manga gástrica. Y todo viene encadenado: cerramos el local, hacía seis meses que me había operado y una cosa fue haciendo la otra, como sentirme bien, animarme a estar con otra gente, disfrutar haciendo talleres, sentirme cómoda...

-Te sentías mal estando gorda...

“Horrible, y no podía manejarlo. Cuando ya estás gordo llega un punto que lo estás más y se te despiola el metabolismo y la vida. Empezás a comer y no te das cuenta que engordás. Hoy veo foto mías de antes y no puedo creer haber estado en ese punto. Y hay algo loco, porque en el espejo mi imagen no era la que veo en fotos, porque estaba acostumbrada...”

-Cómo estabas cuando nació Catalina?

sobrepeso y cuando vinimos a Gualeguaychú engordé 20 ó 30 kilos. No sé si fue la ansiedad del cambio... Y la idea de operarme venía de antes, pero no encontraba los medios, hasta que en julio de 2017 me operé y ahí todo empezó a decantar...” “más que conforme con su cirugía, dijo “la recomiendo, totalmente. Yo no tuve ninguna complicación. El primer mes tenés que cambiar la cabeza, porque la obesidad es una adicción, y te operan el estómago, no la cabeza. Cambia la forma de alimentarte, pero cumplí un mes de operada y la energía que empecé a tener no la había tenido en años. Por supuesto que tuve un tratamiento médico, psicológico y nutricional previo, y luego de la operación también.

Y hoy hago vida normal. Sólo tengo mis porciones de comida reducidas. Te puede pasar tener ganas de comer algo, pero lo probás y ya está. No es como antes...”

Eugenia creyó conveniente hablar de este proceso personal que le cambió la vida, dicho sin vueltas.

Porque al estar bien consigo cambió su relación con los demás. Entonces es parte de la Feria de emprendedoras, tiene trabajo como diseñadora gráfica hasta para plotear autos, integra un equipo dedicado a la ambientación de cuartos infantiles, personaliza remeras con protección de los rayos UV, le lava la cara a los muebles (“no los restauro”, aclaró) y además está en Ará Yeví, como parte del coro que por tercer año lleva Alma Carnavalera.

De aquella vida que no quería para ella y su familia fue buscando hasta encontrar esta, con la que se siente a gusto y un poquito más, cuando alguien le cuenta que gracias a ella, surgió un emprendimiento nuevo...

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