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Diario El Argentinoviernes 29 de marzo de 2024
Entrevistas

Diálogo con Plauto Cardoso, abogado y docente

“El diálogo nos permite superar las diferencias y ya por eso mismo lo deberíamos practicar más”

“El diálogo nos permite superar las diferencias y  ya por eso mismo lo deberíamos practicar más”

Por Nahuel Maciel EL ARGENTINO


Plauto Cardoso tiene 46 años y nació el 29 de septiembre de 1970 en Brasil. Llegó a la ciudad como profesor en la capacitación sobre la “Especialización en Justicia Constitucional”. Su pensamiento tiene a la libertad como un ingrediente clave a la hora de alimentar diálogos plurales. Dice que el diálogo es una de las mejores herramientas para superar las diferencias. El viernes por la noche visitó a EL ARGENTINO con una delegación que también acuna el paradigma de la integración; tan necesaria para un pueblo como para una persona. Hombre del Derecho, pero también de las Letras y el arte, Plauto Cardoso se reconoce como docente. No reniega de sus títulos universitarios, al contrario. Pero confiesa que la docencia es su vocación natural y termina reconociendo que es una profesión que la podría ejercer gratuitamente sin ningún temor ni reproche por eso. En el diálogo que mantuvo con EL ARGENTINO, habló de esto, pero también de cómo observa este mundo donde el que más tiene, mejor se aprovecha de las leyes y del Estado. Si en la desigualdad comienza la injusticia, entonces es en la educación donde se deben encontrar las oportunidades para el crecimiento y la construcción de una sociedad mejor.

Como abogado nunca recomienda el pleito, sino la mediación y la conciliación. Del diálogo surgen las mejores posibilidades que permiten superar un conflicto, sostiene. Y también enfatiza que sin el otro distinto no habría posibilidades de crecimiento ni pluralidad. “No hay prejuicio que sobreviva a un café”, dirá porque está convencido que el diálogo es una herramienta que también permite seguir aprendiendo del otro. Y fue justo en ese marco donde lamentó la carencia de una cultura del diálogo en la sociedad, porque es en esa carencia donde se enseñorea la intolerancia y el autoritarismo.

Plauto Cardoso también es muy crítico de ese sistema que permite que las cárceles sean habitadas casi solamente por los más pobres. También criticará ese límite difuso de la publicidad de las leyes, en una sociedad con una alta tasa de analfabetismo funcional. “Se da por conocida, pero es una crueldad creer que la gente analfabeta la conoce”, dirá. Insistirá que hace falta una gran valorización de la familia como generadora de cultura y primera educadora. No hay tarea más noble en una sociedad que fortalecer a la familia, que es a su vez su unidad.

“Es grande el que comprende… y también el que sabe colocarse en el lugar del otro”, enseña en un punto William Shakespeare cuando se refiere a la grandeza de las personas. Educación, igualdad, diálogo, diversidad… son al final los conceptos mínimos y básicos, pero también esenciales e innegociables para que una sociedad tenga una mejor convivencia.

Plauto Cardoso es parte del Programa de Doctorado en Derecho Constitucional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA); profesor de la Fundación Getúlio Vargas; maestro en Literatura Inglesa por la Universidad de Sussex, Inglaterra y especializado en lingüística aplicada por la Universidad de Brasilia; además de ser graduado en Derecho por la Universidad Cândido Mendes de Río de Janeiro y en Letras por la Universidad Federal de Minas Gerais. En Argentina es miembro de la Asociación Argentina de Justicia Constitucional (AAJC). Profesor, conferencista e investigador en las áreas de Derecho Constitucional Comparado, en Derecho Administrativo, en Derecho y Política, en Derecho y Literatura y Derecho y Cine.

Como se apuntó, a Gualeguaychú llegó como profesor en la capacitación “Especialización en Justicia Constitucional”, y que se generó gracias al convenio que firmaron la Universidad de Bolonia (Italia) y la Asociación Argentina de Justicia Constitucional que preside el doctor Patricio Maraniello y que cuenta con el apoyo de la Asociación de Magistrados y Funcionarios del Poder Judicial de Entre Ríos y cuya coordinación general está a cargo del doctor Arturo Exequiel Dumón.

Junto a Paulo Cardoso vinieron los doctores Angelo Roberto Antoniolli (rector de la Universidad Federal de Sergipe, Brasil), y el profesor Carlos Rebelo Júnior, catedrático de Derecho Internacional Público de la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Sergipe y Juez Camarista Federal del Brasil.

-¿La vocación de abogado le viene de familia, teniendo en cuenta su padre que fue juez y su madre abogada?

-No es tan literal. Comencé la universidad cursando dos carreras de manera simultánea: Letras y Derecho. Ingresé a la universidad muy joven porque tenía apenas 16 años. Y por una cuestión de inmadurez pero también de rebeldía, dejé Derecho pero para provocar a mi padre. Retomé Derecho más tarde cuando ya había empezado a desarrollar mi carrera ligado a la literatura y el arte. Y esto que pareció un acto de rebeldía, ahora en nuestra familia de manera retrospectiva, nos damos cuenta que llegué al Derecho más maduro, con otro bagaje, otra experiencia de vida… ya había desarrollado mi vocación como docente universitario, por eso siento que la docencia también es mi vocación. Recuerdo que una vez mi madre me preguntó qué ocupación elegiría si no tuviera que cobrar. Y sin dudar le respondí que la docencia. Ella me dijo entonces que esa era mi verdadera vocación.

-La literatura y la docencia habrán sido herramientas formidables para continuar los estudios.

-Creo en la educación permanente. Pero sí, la literatura y la docencia me fueron herramientas claras para aprovechar mejor las capacitaciones, que aún hoy sigo teniendo. Tengo el hábito de la lectura, de la búsqueda y la investigación; y preparar un escrito me resulta una tarea agradable. Y cuando observo a algunos de mis colegas en el doctorado de la Facultad de Derecho, esa labor era un parto doloroso, más largo. Y en cambio a mí me resulta más fácil. Y volviendo al contexto de familia, mi padre juez, mi madre abogada, mi hermana abogada también… yo estudié derecho. ¿De qué hablábamos? De constituciones, leyes y derechos.

-¿Su padre sigue ejerciendo como juez?

-No. Se jubiló hace una década y su inclinación no fue seguir actualizándose con las modificaciones de las leyes sino que se dedica al arte, la poesía, la música y especialmente la filosofía que ahora son sus amores académicos.

-Llama la atención que quienes trabajan con las leyes, a veces utilizan a la Justicia como una virtud, pero otras como un poder. Y no siempre coinciden virtud y poder.

-Le confesaré algo. Seré padre por primera vez en un par de semanas. Y traigo esta situación como ejemplo, creo que hay que darle el protagonismo del parto a la madre. Ahora los médicos nos pidieron que tenemos que hacer un plan de parto: cómo queremos que sea, si pasa tal cosa qué respuesta esperamos. Si miramos las estadísticas en Brasil y estimo que no será muy diferente en Argentina, todo se resuelve con cesárea. Esto lo provoca el médico porque es más lucrativo y encima no tiene que esperar el tiempo que demanda un trabajo de parto. Quiero decir, el protagonismo lo tiene el médico para asegurarse su comodidad y su rentabilidad. Por eso concibo al derecho –seguramente en minoritaria- que es necesario darle protagonismo al ciudadano, que es el titular del derecho. Y los hombres del Derecho no siempre se toman el tiempo de explicarle a su cliente las alternativas que existen para resolver un conflicto, las leyes ni los procedimientos. Claro que lleva más tiempo esta forma de concebir las profesiones, pero como abogados somos un medio, no los titulares del derecho. Por lo menos intento que el cliente sepa cuáles son sus posibilidades y los riesgos para que pueda tomar una buena decisión de acuerdo a sus intereses.

-Teniendo en cuenta los niveles de analfabetismo, de analfabetos funcionales e incluso la mala formación primaria, ¿por qué la ley se da por sabida en este contexto social?

-En Roma la publicidad de la ley se ejercía con la lectura en un acto público sea en el mercado o en un foro y era mucho más efectiva que lo que ocurre en la actualidad siguiendo el contexto social que acaba de describir. Por eso la presunción de publicidad de la ley en este contexto no es otra cosa que un acto de crueldad. En Argentina ocurre una situación incomparable en la región. Por ejemplo, en Capital Federal se rompe una ventana, y enseguida hay personas con carteles cortando una calle y protestando por los derechos. En Brasil se rompe un país y los vecinos siguen en sus casas y no se reacciona de la misma manera. La publicidad de una ley en el contexto argentino a nivel país hay un promedio de 2,9 por ciento de analfabetismo, más allá que existan distritos que superan ese porcentaje y otros que lo disminuyen. En el contexto del nordeste de Brasil, donde viven mis padres, el 30 por ciento de la población es analfabeta funcional; es decir, los que logran leer no comprenden cabalmente lo que están leyendo. Por eso en este contexto dar por sabida la ley es un acto de crueldad por parte del Estado y castiga a los más pobres. Y si observamos el contexto de la población carcelaria en Brasil, el 60 por ciento son negros, pobres y sin escolaridad.

-Si bien la Constitución de argentina dice que las cárceles no serán para castigo, socialmente se piensa que un delincuente “se tiene que podrir en la cárcel”. ¿Por qué existe esta tensión cultural nada menos que con la Constitución?

-Es por la forma en cómo se concibe el Derecho. Castigar al prójimo como está previsto no deja de ser una dinámica medieval. ¿Queremos incluir, excluyendo? ¿Intentamos rehabilitar en las condiciones carcelarias que tenemos, por lo menos, en Brasil? Por muchos años percibía a la ficción como el reverso o la otra cara de la moneda de los hechos de facto o la realidad. Pero no es así. Porque en la realidad no hay una verdad, sino son partes de una ficción. Lo opuesto es el olvido. Y estamos hablando aquí de olvidarnos. Enviamos al condenado a la cárcel para olvidarnos de él. Y así creemos que enviar a una persona a una cárcel es como enviarlo a otro planeta. Hasta que nos dimos cuenta que los problemas en las cárceles alimentan los problemas de inseguridad urbana. Vivimos como si el fin del mundo está a la vuelta de la esquina y se toman decisiones que nunca contemplan la integridad del problema. Así, ante cada problema se inventan leyes del momento que son parches pero no soluciones de fondo. Le daré un ejemplo. En Brasil desde 1988 hemos enmendado la Constitución a un promedio de una enmienda cada tres meses. ¿Para qué tenemos una Constitución si cada tres meses hay que refundar ese pacto fundacional? A la Constitución la estamos torturando con estas actitudes. Y claro que no está bien.

-¿Qué espíritu destacaría de la Fundación Getulio Vargas, más allá del mandato fundacional de educar al ciudadano?

-Hay uno específico en Derecho. Es la única Facultad en Río de Janeiro que tiene como disciplina obligatoria la conciliación y mediación. ¿Y por qué esto? Provengo de una generación de abogados que está preparada para procesar, para litigar; no para mediar, conciliar… dialogar. Por eso a mis clientes les aconsejo que no vayan al litigio, que eso les costará mucho más; que lo mejor es conciliar… y a esto lo repito casi como un mantra. Me gusta mucho este esfuerzo institucional de generar en los nuevos abogados que antes de litigar, se pueda comprender que es mejor mediar y conciliar y que ese mecanismo también es mucho más fructífero para todos. Y estoy convencido de que debemos esforzarnos como abogados para intentar la solución de un conflicto por medios más pacíficos y no terminar todo en un litigio. Estoy convencido que no hay prejuicio que pueda sobrevivir a un café entre uno y otro. Pero es una realidad que nuestras sociedades tienen como déficit la falta de la cultura del diálogo… Creo que el diálogo nos permite superar las diferencias y ya por eso mismo lo deberíamos practicar más.


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