Ser dignos herederos de aquello que San Martín nos dejó: “de sus virtudes y sobre todo de su moral”.

Con la presencia del intendente Esteban Martín Piaggio, concejales del oficialismo, el senador nacional Alfredo De Angeli, el senador departamental Nicolás Mattiauda, el diputado provincial, Juan José Bahillo, funcionarios municipales, el intendente de Pueblo General Belgrano, Mauricio Davico y representantes diplomáticos del Consulado Uruguayo en nuestra ciudad, se conmemoró ayer el 167° aniversario de la muerte del General San Martín.

En horas de la siesta y bajo un sol pleno, la Plaza San Martín se vistió de banderas argentinas, de Entre Ríos y la insignia de nuestra ciudad, portada por los abanderados de las distintas escuelas primarias y secundarias  se ubicaron en torno al monumento del Padre de la Patria, donde también formaron soldados del Regimiento, de Gendarmería, Prefectura y efectivos del cuerpo de Bomberos Voluntarios y la Policía.  

El acto oficial contó con el arrío de la Bandera que estuvo a cargo de alumnos de 5to grado, mientras que el intendente Piaggio junto con el presidente de la Cámara de Apelaciones, el doctor Vicente Romero, fueron los encargados de izar la Bandera nacional a media asta.

Luego de las palabras del padre Raúl Benedetti fueron entregadas las ofrendas florales al pie del monumento del General San Martín.

 

Respetar su trayectoria

 

Como cierre del breve acto, el  presidente del Instituto Sanmartiniano, Mario Solari, brindó unas palabras a los presentes.

En principio, Solari hizo referencia a los datos duros y fríos que se pueden encontrar en internet sobre San Martín y señaló “uno que aprecia a los personajes históricos que forjaron esta ruta de libertad, sabe que ellos tuvieron una vida muy parecida a la nuestra”.

En este marco, contó “lo que hacia el General junto a Remedios de Escalada, en invierno… tomarse unos ricos cafés y en verano tomarse unos buenos helados. También tocaba muy bien la guitarra y jugaba al ajedrez. En campaña se caracterizaba por su austeridad y solía comer de pie junto a la tropa. Tenía conversaciones muy interesantes, le encantaba leer y sobre todo leer con su pareja y leerle a su hija”, subrayó Solari.

En tanto, recordó las máximas que le dejó a su hija Merceditas “para ser una excelente ciudadana y una  ejemplar mujer”, recordó y enumeró –entre otras-: humanizar el carácter y hacerlo sensible aún con los insectos que nos perjudican, inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira, inspirarle gran confianza y amistad pero unidas al respeto, caridad con los pobres, dulzura con los criados, pobres y viejos e inspirarle amor por la Patria y por la Libertad.

Por último y a modo de reflexión final, Solari señaló: “no nos queda duda que San Martín fue un luchador inefable contra la corrupción en aquella época. Brindaba ejemplo de moralidad en cada uno de sus actos, tanto fue así que preocupado por las necesidades imperantes en el país muchas veces prefirió no recibir los haberes sino distribuirlo en sus tropas y también  reusó a varios ascensos en su jerarquía. Y fijensé el detalle que lo hace muy actual… hoy para nosotros es habitual escuchar acerca de casos de corrupción no sólo en el ámbito político sino en todos los estamentos sociales. Lamentablemente esa es la imagen que tenemos y se ha convertido en un estigma difícil de borrar. Por eso hoy más que nunca no sólo basta con manifestar admiración sino también un respeto a su trayectoria (…) Es necesario convertirnos en dignos herederos de aquello que San Martín nos dejó. De sus virtudes y sobre todo de su moral”.