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Diario El Argentinosábado 23 de noviembre de 2024
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Elegía para los contaminadores

Elegía para los contaminadores

La noticia pasó sin pena ni gloria, sólo una más en el bombardeo con el que los medios nos sobre-informan cotidianamente. Pero no es una noticia más, seguramente es la más alarmante previsión que se ha hecho en toda nuestra historia sobre el futuro de las personas que viven en nuestro departamento.


 

La revista internacional Environmental Pollution, publicó un estudio del CONICET que concluyó que el glifosato se está acumulando en los campos argentinos, sobre todo en Entre Ríos y más precisamente en Urdinarrain, que es el lugar más contaminado del mundo con este cancerígeno agrotóxico.

Y no estamos hablando de Burkina Faso o Tayikistán, estamos hablando de nuestro patio trasero, donde juegan nuestros niños, de las tierras que rodean nuestras pueblos, donde vivimos nosotros, y esperamos vivan los que nos sucedan.

 Hace ya casi un década, nuestra fundación encendió la polémica cuando publicó una crónica que tituló: La Insoportable Levedad de los Ingenieros de la UNER, en ocasión de una charla en la Facultad de Bromatología, cuando docentes de esa universidad se permitieron afirmar con absoluta irresponsabilidad que no había registros en nuestra provincia de ningún caso de afectación humana por el uso de agrotóxicos.    Y aún más, que el glifosato era inocuo para los humanos y que desaparecía casi inmediatamente de la naturaleza apenas aplicado, repitiendo como loros, (con perdón de los loros) el engañoso, y hoy sabemos criminal, mensaje que Monsanto difundía a través de su marketing.

 “Dada la enorme cantidad pulverizada y la afectación de los microorganismos encargados de su degradación, el producto no hace más que acumularse en las tierras con todo el riesgo tóxico que esto implica“, revela Patricio Eleisegui, autor del libro ‘Envenenados‘, quien accedió a esta nueva evidencia del enorme impacto ambiental del veneno creado por Monsanto, utilizado por el sector agropecuario argentino en cantidades alarmantes.

Recientemente otro estudio demostró que además de afectar la biodiversidad del bosque nativo, el glifosato está generando su némesis: especies nativas resistentes al mismo herbicida, a lo que la empresa responde aumentando la letal concentración de los venenos que nos venden.

El equipo de científicos del CONICET también ubicó rastros del herbicida en aguas de superficie.

Damián Marino es doctor en Química y uno de los especialistas del CONICET que coordinó la experiencia. Explicó que el monitoreo demuestra que “el glifosato no desaparece” en tanto “se vuelca en el ambiente más herbicida de lo que la naturaleza puede llegar a degradar“.

Pocos hablan hoy de Estela Lemes, nuestra copoblana envenenada con este producto, y mucho menos se considera la cantidad de personas que sin saberlo están contaminadas y enfermas por esta maldita substancia.

Pero ahí están, es más, son nuestros hermanos, nuestros padres, nuestros hijos, nosotros mismos, nadie lo puede precisar porque todos miramos para otro lado, como si eso nos liberara del flagelo.

La respuesta de las autoridades nacionales responsables ha sido demoledora: el Ministro Bergman anunció que acortará, por resolución ministerial, la distancia mínima para la fumigación con Glifosato. La noticia fue adelantada por Bergman y Buryale, en la inauguración del 25° Congreso de la AAPRESID.

Tenemos la información, sabemos las consecuencias, no vale hacerse el distraído o adoptar la estrategia del avestruz, estos venenos igual nos alcanzarán, por más indiferentes que seamos.

En nosotros está el enfrentar el problema, nosotros decidimos entre el riego de sufrir cáncer, hoy o mañana, o nuestros hijos, o enfrentamos estos intereses económicos implacables que han decidido envenenarnos para aumentar su tasa de ganancia.


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